lunes, 4 de marzo de 2019

                                               MADUZ



                                             Prefiero a lo que miro lo que creo.
                                                                (Francisco de Quevedo)

                                     Es dichoso vivir en estos climas que permiten 
                                           relaciones normales.
                                                                   (Montesquieu)



Suavemente (si
lo considero
con ecuanimidad, acaso
sin rescoldos de pasión, es más,
sin interés; pero al fin y al cabo, suavemente)

                                                                                 te
miro,
mientras un norteamericano de origen africano
(obsérvese cómo venero la solidaridad y el pensamiento liso)
toca al fondo del bar, en piano blanco,
una pieza -y esto es lo importante-
cuya letra en tiempos menos lisos
fue «Easy living» y la cantaba Billie Holiday.

Lo importante -repito- es el recuerdo
que este arreglo trivial me trae de lo que era
vida,
                y cómo los decorados, y la escena,
mudan por la memoria hacia horas que yacen
agazapadas en el alma.

La situación es siempre parecida:
                                                            Un rostro
de mujer -no necesariamente joven-
                                                                  al final
del punto de mira de mi vaso,
unos ojos que miran de pronto, cómplices, animales,
como puestas de sol, unos labios
-que ya han dejado su carmín en cigarrillos-
húmedos,
el movimiento de una melena que roza una nuca.

Noches y noches, rostros,
mientras hilas la Nada
y sientes la ginebra calentar tu alma,
y a veces, por un instante,
notas que tienes en la mano
el secreto del mundo.

Todo eso junto eleva esta anodina
escena, y a quien seas,
a depurado Arte.
                               Desde luego
si decides seguirme mientras me siento tan activo
gracias al «Easy living» original y a las llamitas
de esos otros momentos,
casi me atrevo a prometerte
una experiencia interesante
-como muy poco, diferente-
y en ningún caso, espero, que vulgar.
Aunque seguramente a ti te da lo mismo,
a mí, no.





sábado, 2 de marzo de 2019

                                                    ÁFRICA

Miro, y vuelvo a mirar la foto de Frèdèric Volkringer que realizó a mi hija Noa Menbere, recién llegada de Awach, Etiopía, en pleno Cuerno de África, a ocho kilómetros de la frontera con Kenya, a principios del año 2.013, y no puedo reprimir aún la enorme emoción de esa instantánea. Noa intentando asirse a Occidente pero con un gran excepticismo y desconfianza, luego, la mano incrédula de Occidente tratando supuestamente de ayudar a África, ésa es mi interpretación de la foto.
Al hilo de esta reflexión personal y cercana de mi existir cotidiano, sigo pensando y creyendo en lo abandonada que está África en general y concretamente la zona citada. Los diferentes medios de comunicación siguen ofreciendo imágenes periódicamente con niños desnutridos, extensiones de secano por la terrible sequía, guerras entre tribus, etc, etc. Por otro lado leo en prensa que África no cumplirá sus aspiraciones de desarrollo en el año 2.016, noticias y noticias de diferentes organismos: cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenibles, informaciones de la ODS de Naciones Unidas para el desarrollo, conferencias internacionales sobre el desarrollo del continente africano, convenciones de Naciones Unidas para la lucha contra la desertización, todas ellas acompañadas con sus burguesas siglas. Y me adentro más y más en el asunto, y descubro muy sorprendido en otra feliz, pero triste noticia a la vez, que África podría alimentar al mundo, y la osada afirmación se basa en hechos concretos: África alberga el 65% de la tierra fértil sin cultivar del planeta y el 10% de los recursos renovables de agua dulce, así mismo en los últimos 30 años su producción agrícola creció un 160%. Esta última noticia me ilusiona y la amplío con este comentario: “podemos y estaremos encantados de alimentar al mundo. Sólo necesitamos el conocimiento y la financiación”, afirma en un prestigioso medio de comunicación, Raajeev Bopiah, gerente general de East Usambara Tea Company, una empresa de Tanzania que produce más de cuatro millones de kilos de té al año.
Entonces, ¿qué ocurre?, ¿qué pasa con el continente africano?. La respuesta es bien fácil, que son múltiples los escollos políticos y económicos. “Uno de los mayores obstáculos es el sistema desordenado de aranceles y las inflexibles políticas fronterizas que rigen las relaciones entre muchos de los 55 Estados del continente. Solo 13 países ofrecen ingreso sin visado o visa al ingresar a todos los africanos”, explica el Informe de Aperturade Visas de África publicado este año por el Banco Africano de Desarrollo.
Ya ven, queridos lectores, la conclusión está bien clara a mi parecer, todo es un conjunto de intereses y que todos quieren mojar, nadie quiere invertir en un continente fértil sin sacar una gran tajada, un continente, África, que podría ser próspero pero el poder económico y político, predomina claramente. También la corrupción sigue campando a sus anchas por allí gracias al trabajo de los pequeños terratenientes y las grandes empresas agrícolas por igual que dominan y expolian las zonas, pues estos impiden a los agricultores  las oportunidades de financiación. Sin el acceso al crédito, muchos agricultores no pueden comprar las herramientas o los productos químicos que les permitirían aumentar su rendimiento. La mayoría de los países carecen de bancos agrícolas, mientras que los bancos comerciales tienden a considerar la agricultura como una apuesta demasiado arriesgada.
Así que miro de nuevo la foto, antes de terminar este Antiartículo, la foto de mi hija, ella ya a salvo de la injusticia de un continente, pero yo quedo igualmente preocupado por la situación de África.



                                                  (Imagen: Frèdèric Volkringer)








              UN POEMA DE YORGOS SEFERIS, POETA GRIEGO


                                                  HELENA




Teucro: A la tierra de Chipre, en medio del mar, donde
Apolo dispuso mi nuevo hogar, la llamaré
Salamina, en memoria de mi isla, de mi patria
perdida.
Helena: Jamás estuve en Troya fue un simulacro
El mensajero: ¿Qué dices?
¿Entonces hemos sufrido por una nube?
(Eurípides, Helena)



Los ruiseñores no te dejan dormir en Platres."

Tímido ruiseñor, escondido en la respiración de las hojas,
tú que regalas la frescura musical del bosque
a los cuerpos separados y a las almas
de aquellos que saben que no regresarán.
Ciega voz, que tanteas en la memoria nocturna
pasos y gestos, no me atrevería a decir besos;
y la amarga agitación de la furiosa cautiva.
"Los ruiseñores no te dejan dormir en Platres."
¿Qué es Platres? ¿Quién conoce esta isla?
He pasado mi vida oyendo nombres desconocidos:
nuevos lugares, nuevas locuras de los hombres
o de los dioses; mi destino, que oscila
entre el último golpe de la espada de un Ayax
y una nueva Salamina, me trajo aquí a esta playa.
La luna surgió del mar como Afrodita;
ocultó las estrellas de Sagitario, va ahora a encontrar
el corazón de Escorpio, y todo lo cambia.
¿Dónde está la verdad?
Yo también fui arquero en la guerra:
mi destino, el de un hombre que no dio en el blanco.
Ruiseñor, juglar,
en una noche como ésta en la playa de Proteo
te escucharon las esclavas espartanas y prorrumpieron en lamentos,
y entre ellas —quién diría— ¡Helena!
Aquella que perseguimos durante años junto al Escamandro.
Estaba allí, al borde del desierto; la toqué, me habló:
"No es verdad, no es verdad", gritaba,
"No entré en la nave de proa azul.
Nunca pisé la valiente Troya".
Con el cóncavo corpiño, el sol en los cabellos y aquel talle,
sombras y sonrisas por todas partes,
en los hombros, en los muslos, en las rodillas;
fresca la piel, y los ojos
de largas pestañas,
estaba allí, a orillas de un Delta.
¿Y en Troya?
En Troya nada —un simulacro.
Así lo quisieron los dioses.
Y Paris se acostaba con una sombra como si fuera un cuerpo sólido;
y nosotros matamos durante diez años por Helena.
Un gran dolor había caído sobre Grecia.
Tantos cuerpos arrojados
a las fauces del mar, a las fauces de la tierra;
tantas almas entregadas como trigo a la piedra de los molinos.
Y los ríos se henchían de sangre y de lodo
por una onda de lino, por una nube,
por el aleteo de una mariposa, por un plumón de cisne,
por una túnica vacía, por una Helena.
¿Y mi hermano?
Ruiseñor ruiseñor ruiseñor
¿Qué es un dios? ¿qué no es un dios? ¿Y qué entre los dos?
"Los ruiseñores no te dejan dormir en Platres."
Ave llorosa, en Chipre la besada por el mar
donde fue dispuesto que me acordara de la patria,
anclé sólo con esta fábula,
si en verdad esto es fábula,
si en verdad los hombres no volverán a morder
el viejo cebo de los dioses;
si en verdad otro Teucro, después de años,
o algún Ayax o Príamo o Hécuba
o algún desconocido, alguien anónimo, que sin embargo
vio un Escamandro rebosante de cadáveres,
no tiene en su destino oír
al mensajero que viene a decir
que tanto dolor tanta vida
fueron al abismo
por una túnica vacía, por una Helena.


 (De Diario de a bordo, III)

[Selección de la profesora Mercedes Ortiz]


                                    (Imagen: Yorgos Seferis)



UNO Me fui ovillando, es decir, me marché a la isla. Entonces, como si nada, como si todo, nacieron los poemas para este Cua...