DEL SIGLO DE ADOLFO SUÁREZ
AL SIGLO DE ÁGUEDA BAÑÓN
A Gabriel Cantabella Carrilero, mi padre, en memoria
Yo viví la primera parte de la transición democrática en España,
muy joven, con apenas catorce o quince años, y no tenía la suficiente
conciencia para saber lo que realmente estaba pasando en mi país, pero fui
cumpliendo años, naturalmente, y empecé a discernir cuestiones políticas y
sociales, algunas de ellas mezcladas con rock duro, la movida de los primeros
años ochenta y alguna fiesta que otra, bicicletas, futbol, huerta y trabajos
diversos; así mi conciencia social y política fue avanzando muy despacio a
través del primer gobierno democrático de
Adolfo Suarez, después el de Calvo-Sotelo, y posteriormente se empezaba a
rumorear un nuevo cambio político. Un nuevo cambio político liderado por un
joven abogado laboralista socialista
llamado Felipe González. Para los jóvenes de mi edad, entonces, yo contaba ya
con diecinueve o veinte años, fue toda una ilusión por un cambio radical en las
políticas anteriores que nos llevaría a ‘la libertad’ y a la normalización de
un estado de derecho, a una monarquía, en definitiva todo regido por una Carta
Magna llamada Constitución Española, y en la que creímos. Así seguí caminado
por los fúgidos y deslumbrantes primeros años socialistas llenos de modernidad
en todos los sentidos: culturales, sociales, políticos (Unión Europea
incluida), económicos, etcétera, hasta que aquella ilusión primera empezó a
fracasar por la última gestión de aquél abogado laboralista que nos fue
defraudando. Poco después vino un gobierno liderado por José María Aznar, que algunos
dijimos que no era de nuestra condición pero aceptamos como buenos ciudadanos,
y seguimos caminando, hasta que años después de ser inflada la economía en
nuestro país, y una famosa foto de unas botas encima de una mesa junto al
presidente de los Estados Unidos, en una isla de cuyo nombre no quiero
acordarme, marcó casi el fin de una gestión que fracasó, luego llegó José Luis
Rodríguez Zapatero, y se volvió hablar de cambio, de promesas, utopías, y
demás, hasta esa gestión también se disolvió en pro de un nuevo presidente del
gobierno llamado, Mariano Rajoy, que tomó las riendas de nuestro país, aún sigue en el
empeño.
Este quizás sería para mí un rápido y concentradísimo extracto de la evolución democrática en España
hacia no se sabe dónde, pues con la llegada hace unos años de la denominada crisis
mundial empezó todo a desvanecerse, ésa democracia hizo aguas: entonces la corrupción
política, la corrupción política, y la corrupción política en todos los partidos
fue haciendo que muchos ciudadanos como yo, dejáramos de creer en los asuntos
políticos, y llegó el desastre: descomposición social y política, y descreencia
en ciertos valores que nos quisieron inculcar.
Ahora, después las últimas elecciones Municipales y de
Comunidades Autónomas, parecía el nacimiento de un periodo nuevo de ilusiones
políticas, con nuevos partidos como Podemos, Ciudadanos, una nueva IU, un PSOE
nuevo, y otros grupos minoritarios, que nos quería devolver esa nueva ilusión
por el cambio, por un nuevo cambio, como aquél de mi juventud ya lejana, pero
nos hemos dado cuenta inmediatamente que el cambio no llega íntegramente, la
lucha por el poder es una nueva batalla de Flandes, y el partidismo interesado
manda en nuestro país.
Curioso es, que con la llegada a la alcaldía de Madrid y
Barcelona de dos personas con una mirada diferente, moderna, conciliadora y
pacífica cuanto menos, el revuelo ha sido muy grande, porque hay muchos
políticos que les cuesta dejar sus sillones en los que están muy acomodados
viendo cómo el país se hunde. Aquí hemos tenido que soportar el choriceo
(palabra ya admitida por la RAE de políticos corruptos, el mangoneo de
alcaldes, consejeros, ediles, funcionarios, y demás familia, miembros de esa
especie, esa estirpe acomodada llamada políticos, y encima nos han querido
evangelizar con preceptos que distan mucho de la realidad del ciudadano de a pie;
y así, lógicamente, cada vez se ha hecho más larga la distancia entre el
ciudadano y el político, entre el pueblo y sus gobernantes.
Yo, que me he movido en los veinticinco últimos años en el
mundo de la Cultura me quedo cada día más asombrado, sabemos de consejeros de
cultura de diferentes regiones de España corruptos, incluso algunos han pagado su perversidad y
vicios con las tarjetas del dinero público, con fiestas, trajes, yates,
prostitución, relojes de lujo, drogas, y demás golosinas. Y ahora, todavía más curiosamente,
cierta parte de la sociedad española se echa las manos a la cabeza, se rasgan
las vestiduras por unas fotos en actitudes provocadoras en espacios públicos de Águeda Bañón, la nueva Directora de Comunicación del Ayuntamiento
de Barcelona, una mujer, una chica joven, gran profesional, una ciudadana que durante un tiempo
se dedicó a la realización de performances, videos, y talleres pornos, que
tenían mucho que ver con el Manifiesto Post-porno, un movimiento que trata entre otras muchos asuntos de
trascender el feminismo clásico, tratando de descodificar la pornografía, visto
desde una mirada crítica del capitalismo opresor.
Realmente siento mucha pena por mi país, por las políticas de mi
país, y por el ‘enmierdamiento’ de esta mal llamada, y ya casi caduca, democracia,
con su Carta Magna, que yo empecé a descubrir como decía al principio en mi
juventud, y fui siguiendo en ese largo periodo que he descrito, desde Adolfo
Suárez a Águeda Bañón. En realidad qué poco hemos evolucionado, aunque yo tenga
treinta y cinco años más que entonces, pero parece o me parece a mí, que solo han pasado dos
semanas y media… o dos siglos…
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