CUANDO MATAR AL PADRE ES SER UN LITERATORS
La
idea freudiana de 'matar al padre', siempre me pareció muy lícita e
incluso necesaria para la continuidad de ciertas intelectualidades.
En Literatura, me parece igual de oportuna en cuanto se lleve a cabo
con respeto y admiración por 'el asesino
o matador'.
Yo
que nunca he sido maestro de nada, y siempre aprendiz de todo lo
literario, me formé a mí mismo literariamente con la ayuda de
personas, amigos y literatos muy queridos, con las lecturas que fui
eligiendo, y empecé a escribir tardíamente. Jamás se me ocurrió,
insultar o desacreditar a mis maestros, referencias, e incluso
autores más o menos importantes que a mí personalmente no me
gustaban, simplemente a estos, no los leía. En la actualidad
literaria española este asunto ahora ha cambiado substancialmente,
está muy de moda; de pronto aparecen voces que desprestigian a
autores, escritores de gran prestigio o de menos prestigio, y que
escriben con humildad sus textos.
El
último caso más evidente al respecto es el varapalo que le da el escritor y
periodista, Alberto Olmos, en el Periódico El Confidencial a Antonio
Muñoz Molina por la reciente emisión en Televisión Española del
documental 'El Oficio de escritor', en el que se habla de la
trayectoria literaria y vital del autor de 'El jinete polaco', posteriormente en dicho artículo, 'lo pone a caldo' por su trayectoria como escritor. No
conozco personal ni literariamente a dicho escritor y periodista,
pero me parece que habla de Muñoz Molina con demasiada saña,
incluso, odio, y por supuesto, envidia. La obra del escritor
jienense, puede gustar más o menos, incluso, puede ser criticada
como todo autor que publica y se expone a esas críticas y gustos,
pero lo que hace Olmos en ese vil artículo es intentar desacreditar
la figura del Premio Príncipe de Asturias de las Letras, escritor al
que leo desde hace muchos años, y que me parece a mí, uno de los de
más prestigio de las Letras Españolas actuales.
Salvando
las distancias, y como aprendiz o discípulo de Muñoz Molina que me
considero, yo también he sufrido ese tipo de ataque y no solo una
vez, sino varias. En Murcia, actualmente y muy a menudo emergen
figuras que casi sin obra y bagaje literario, se consideran
escritores, críticos, mecenas, a fin de cuentas, Literators, que yo
llamé en un relato de mi primer libro. Personas y personajes varios,
los cuales, pues son demasiados y de diferentes grupos, que en su día
pidieron mi modesta opinión para corregir sus libros o novelas y que
ahora desde su grandiosidad Facebookiana o páginas web, tratan de
desacreditarme a la que pueden, y critican e insultan alguno de mis
últimos libros, cuando en otra época era yo, poco menos que un dios
para ellos. Pero sinceramente, lo mío no importa en este caso.
Creo
que Alberto Olmos tiene mucha deuda literaria y moral con Antonio
Muñoz Molina aunque no sea devoto de su obra y sus ideas; también
estoy convencido que la obra del autor de 'Beltenebros' ya es
inamovible a pesar de la existencia de los 'Literators', pues el
académico español camina a pasos gigantescos hacia la universalidad
literaria, que seguro nunca ha buscado, pues dicho documental puso de
manifiesto, su gran humildad y sencillez.
Conste
que este artículo no es una defensa del gran escritor español, pues
no la necesita, no, este es un artículo dirigido a aquellos
Literators que caminan con el ánimo de 'apostolarse' como los
próceres de la Literatura de las ciudades, pueblos, plazas y algunos
otros rincones de España.
Quien
quiera y le guste la obra de un autor cualquiera que la lea, y si no
le gustan sus libros, que no los lea, es así de fácil, así de
sencillo, los estandartes de las librería están llenos de libros de
todo tipo, hay mucho para elegir, que nadie se empeñe por seguir
'matando al padre' con estas formas groseras, pues sobre gustos, ya
existen los colores; tanto es así que la portada de mi último libro
es roja y un día apareció pintada de azul en una Librería de la
bella y olvidada ciudad de Recuerdo, creo que fue un Literators al
que no le gustan ahora ni mis libros, ni los de Muñoz Molina,
incluso, ni los libros y artículos de Alberto Olmos, quizás solo le
gusten los suyos, esos que aún están por publicar en Facebook, en
su página web o en su blog ánonimo.
José
Cantabella
(Dante y Virgilio en el infierno. William-Adolphe Bouguereau. Oleo, 1850)
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