ESTAMBUL
Hace
25 años que estuve en Estambul, la única vez, y me pareció una
ciudad maravillosa. Una ciudad llena de encanto, de vida, de ilusión,
de cruce de culturas, con ansias de progreso, y sobre todo, vehículo
entre Oriente y Occidente. Una ciudad que a través de los siglos fue
asediada por diversas guerras, como un buen sparring
ha sabido encajar en cada época el castigo del hombre, y como el
ave fenix, resurgir de sus cenizas.
Los
políticos y la religión, a mi entender, han sido en estos 25
últimos años los que no han sabido cuidar de esta majestuosa
ciudad, y en su conjunto, de Turquía; un país, con una riqueza
sobrada, pero muy mal gestionada, y con una ciudadanía (no toda,
claro) que cada vez quiere estar más abierta al mundo, a Occidente,
con una sociedad que en casi toda su unidad, quiere modernizar su
modo de vida y estar asomados tanto a lo que ocurre en el mundo, como
a sus tradiciones Han sido los políticos, los depravados y corruptos
políticos, y los fanáticos religiosos los que han descompuesto, o
están intentando descomponer con sucesivos atentados terroristas,
incitados por aquellos (políticos y religiosos) esta ciudad
magnífica, un país maravilloso.
Turquía
saldrá adelante a pesar del reciente golpe de estado, y Estambul seguirá siendo cuna de cultura, de
poetas, periodistas, escritores, directores de cine, arquitectos,
etc... Gentes que miren hacia atrás con respeto, pero que no dejarán
de otear el horizonte, una sociedad maravillosa que quiere romper
alambradas y muros, y sobre como antes decía, despertar al nuevo
mundo, no a la globalización engañosa que nos quieren vender los
políticos siniestros, y sí al respeto al otro, a la tolerancia, a
la fusión de culturas, al consentimiento de convivencia entre razas
y religiones, en definitiva, esa sociedad que tanto ha defendido en
sus novelas y escritos mi admirado Orhan Pamuk, maravilloso escritor
y activista político, Premio Nobel de Literatura 2.006, a quien
dedico esta sencilla reflexión recién salida de la conciencia y el
corazón de un ciudadano del mundo como yo, que sigue creyendo a
pesar de todo en el ser humano; y por su puesto, dedicar al pueblo
turco que quiere navegar desde la oscuridad hacia la luz de un nuevo
amanecer.
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