DIOTIMA
I
Tu
voz, limpia y auténtica,
es
la luz que ilumina
los
largos y lentos crepúsculos
que
asolan mi vida.
Tú,
luz bruñida y fúlgida,
es
la voz que resuena
en
las breves y rápidas mañanas
de
mi existir.
II
Y
eres, sin duda, la luz, esa voz
que
siempre
me
susurra al oído:
“Purpúreo
tesoro
que
siempre está ahí,
incluso
en
las noches más obscuras”.
El Crepúsculo de Diotima. Ricardo Celma (1975, Argentina)
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