BELUGA
(ÁRTICO II)
Qué pensabas, insensata,
acaso
creías que tú, beluga
arrogante,
por ser un cetáceo
voluminoso
de voraz bocado,
que yo iba
que yo iba
a quedar varado, asustado,
a tus pies,
después del daño
acaecido; imaginabas que
estaría dispuesto
a esperarte ciegamente,
embelesado por tus
caprichos,
vanidosa especie
determinada eres.
Pensabas que tú, beluga
de música falsa e
imaginaria,
me atraparías con tus
mentiras;
qué va, parece mentira
que después del corto
pero largo tiempo juntos
nada me conocieras.
Te equivocaste conmigo,
beluga,
yo no soy un cetáceo como
tú,
dependiente y engreído,
acaso sí, un romántico,
como aquel
nativo ruso sin
cautiverio,
capaz de acabar
alimentándome solo,
si me apuras, pasar a la
Lista Roja,
y vivir comiendo
belugas vanidosas como tú.
(Una beluga en La Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Oceonográfico).
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