jueves, 30 de noviembre de 2017

NOVIEMBRE DE ORO



Con el buen tiempo reinante este mes de Noviembre que se nos va, la llegada en patera de más de 600 inmigrantes ha dejado 'perplejos' a las autoridades de la Región de Murcia. Parece mentira que no haya previsiones o indicaciones desde los gobiernos, bien central o regional, para detener esta escalada de seres humanos que llegan a nuestras costas huyendo principalmente del hambre y de las guerras. Parece mentira...
Este asunto, para mí, se llama mala gestión, mirar para otro lado o indiferencia ante un gravísimo problema que no deja de remover las conciencias a los ciudadanos que nos vemos impotentes leyendo o viendo los informativos, sin poder hacer nada. ¿Pero es normal que nuestros gobernantes no resuelvan esta crisis humanitaria? ¿Ellos tampoco pueden hacer nada? Me gustaría saber la cantidad de millones de euros que se mueven en estas mafias y adónde va a parar ese sucio dinero. Sería bueno que de una puñetera vez los gobiernos de Europa en colaboración con los estados africanos detengan este lastre, que está causando muchas muertes y desplazamientos, y a su vez, enredando la vida de países como España que no están preparados para aliviar estos sucesos.
Eso sí, declaraciones bochornosas de delegados del gobierno, presidentes regionales o presidentes o primeros ministros de diferentes países, que tratan de explicar algo inexplicable por su inutilidad, pasividad o incapacidad. Ellos sí que saben de donde parte el problema y los dirigentes africanos también; es una gran calamidad lo que está ocurriendo en estos principios de siglo XXI en todo el Mediterráneo, que es ya un cementerio marino, amparado en sociedades que se creen progresistas en el sentido más postmoderno, con tecnologías de las que siempre se presume y luego son capaces de dejar morir o ir recogiendo por aquellas aguas míticas cadáveres, o bien, inmigrantes que van a parar a campos de acogida o de refigiados que luego viven en condiciones infrahumanas, pero que probablemente sean mejores que las situaciones personales que viven estos pobres seres humanos en sus diferentes países.
Señores gobernantes de Europa, de España, delegados del gobierno regionales, autoridades todas, de la región de Murcia, de Almería o Salamanca, de Barcelona o Sevilla, creo que ya está bien, solucionen el problema como ustedes saben que se resuelve, prestando ayudas a los países pobres de África, traten de salvaguardar la integridad de los ciudadanos africanos, ellos no son ciudadanos de tercera como ustedes bien nos quieren hacer creer, basta ya de comisiones absurdas para los inmigrantes a todos los niveles y entren en el meollo del problema, negocien con África, un continente emergente al que no se le deja emerger, hagan caso a especialistas en la materia como el economista Angus Deatonen, que alerta en su maravilloso libro “El gran escape”, concluyendo así: ''El subdesarrollo, según la literatura económica, se caracteriza por cuatro puntos principales: escasez -o ausencia- de capital, tanto físico como humano; falta de integración en los mercados internacionales; un bajo nivel de industrialización; y, por último, la trampa del ‘crecimiento empobrecedor', esto es, cuando el precio de los bienes y servicios exportados se reduce en poco tiempo frente al de los importados. Si a estas características le añadimos políticas económicas como el control de precios, la inflación, la nacionalización de empresas o un sector público desbocado, con grandes cantidades de déficit y deuda pública, estamos ante un escenario de pobreza asegurada y subdesarrollo profundo”.


Si no se cumplen estos mínimos preceptos de la básica literatura económica que cualquier ciudadano de a pie es capaz de entender, para qué coño nos sirven los políticos, pagados por los ciudadanos para trabajar en este y otros temas, que tanto afectan al ciudadano en los tiempos que corren. De qué sirven tantas cosas inservibles si nos quedamos quietos cuando vemos arribar a nuestras costas millones de inmigrantes en pateras que nos miran con amargura mientras son detenidos y puestos a disposición de las autoridades del lugar; para qué queremos un Noviembre de oro y un mar Mediterráneo, si no es para avergonzarnos de él.


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