COMPENDIO
PARA ESCRIBIR UN RELATO
I- Planteamiento.
Acompáñenme queridos lectores, vamos a escribir un relato. Para
comenzar la narración busquemos un protagonista, por tanto diremos que,
Desde hace un tiempo Chacón,
este sombrío y aburrido oficinista, gran aficionado a la Literatura, escribe
relatos en su tiempo libre, de cualquier actividad, experiencia o fantasía
escribe un relato, y lo hace sin el menor pudor, le da igual que sea bueno,
malo o regular, todos los conserva y los va almacenando en su ordenador, y
posteriormente los imprime y guarda en una carpeta que conserva cuidadosamente.
El último es éste que está usted leyendo ahora mismo querido lector, y que
según Chacón va haciéndose prácticamente solo, sin demasiado esfuerzo, en
realidad lo inventó o tal vez le ocurre, le ocurrió todo esto cuando acude o
acudió a la consulta del psiquiatra en la calle de la Merced de la bella y
olvidada ciudad de Recuerdo, o quizás todo comience en pleno hastío mientras
aguardaba en la sala de espera de la consulta, o hace cinco años en otra visita
anterior, nunca se sabrá, como verán siempre el juego de la realidad y lo
fantástico, la anulación de tiempos y de espacios, así pues sigamos escribiendo
el relato queridos lectores, no me abandonen por favor, con su participación
siempre mejor, los conocidos lectores cómplices. Ahora es el momento de decidir
si utilizamos el método clásico tan a mano,
pero por otro lado tan manido: planteamiento, nudo y desenlace, también
si lo creen conveniente decidamos la hermeticidad del relato, busquemos el
absurdo como material de trabajo, la vulnerabilidad de la realidad, el
lenguaje, y otros elementos que podamos decir, evidenciar, que el relato se va
poco a poco conformando.
II. Nudo.
De tal manera sigamos narrando queridos lectores, siempre con su
ayuda, y hagámoslo de la misma manera, es decir en tercera persona, si ustedes
creyeran necesario en este periodo del nudo cambiar, sólo tendrían que hacer
una advertencia, y entonces probablemente cambiaríamos, entretanto,
Cuando Chacón subía a la
consulta del psiquiatra se encontró en el ascensor con un matrimonio (no podían
ser otra cosa), después del saludo obligatorio, aquel se dirigió educadamente
al marido para preguntarle a qué piso iban, éste le contestó categóricamente y muy
seguro de sí mismo que al segundo. Cuando nuestro protagonista pulsó el primer
piso sintió cómo aparecían las primeras sombras de duda del marido que lanzó
una mirada que exhibía su incertidumbre, y reclamaba la ayuda de la esposa.
Bajándose del carro de la arrogancia y la prepotencia, y tragándose el orgullo,
ese señor le preguntó a Chacón que dónde estaba la consulta del psiquiatra
Fernández de la Loma, a lo que nuestro protagonista le contestó con cierta
indiferencia que estaba en el primer piso. El marido automáticamente y sin el
menor complejo se dirigió de nuevo a su esposa, increpándola y recriminando su
despiste, culpándola del error, pues él bien sabía que la consulta del afamado
psiquiatra se encontraba en el primer piso.
III. Desenlace
Si acaso, dejemos que sea Chacón cerca ya del desenlace final del
extraño relato quien cuente, cedámosle el privilegio, seamos benévolos, y si él
considerara oportuno en cualquier momento cambiar de persona al contar, por
supuesto que lo haga,
De este modo permítanme
queridos lectores que termine de contar lo que hay que contar, y déjenme que
elija un final cerrado o tal vez abierto, o sorpresivo, aunque mejor lo haré
sobre la marcha y que sea el propio
relato quien lo vaya indicando, entonces
Fue en ese momento de tensión
al salir del ascensor, a punto de entrar en la consulta, cuando me vino la idea
de escribir este absurdo relato (que bien puede ser bueno, malo o regular),
pero siempre necesario queridos lectores, o quizás fue que mientras esperaba mi
turno en uno de los sillones de la consulta del psiquiatra, estaba tan aburrido
que el saqué el cuaderno de notas que habitualmente llevo siempre en la
chaqueta, enseguida me dio por pensar, imaginar, inventar o contar algo
acaecido, contar el planteamiento, nudo y
desenlace de esta ingenua o excepcional experiencia, e hice una narración
cualquiera, ya saben,
Consistía en que yo había
llegado hasta allí después de encontrarme con un matrimonio que discutía en el
ascensor sobre el piso en que se hallaba
la consulta del psiquiatra, la misma donde yo me dirigía, el lugar donde aún
sigo esperando mi turno para contarle al Dr. Fernández de la Loma mi estado
actual después de llevar dos meses tomando antes del desayuno las píldoras de
color rojo.
Este relato se publicó en El cuadernillo La Molineta.( 2.006)
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