sábado, 12 de marzo de 2016



EL TIRANOSAURUS


                                                                             


Me paso la vida imaginando cosas, inventando otras realidades que me acerquen a mi particular realidad, y que me hacen sostener con más dignidad mi feliz existencia, por tanto cuando ayer fui a lavar el coche a ese moderno lavadero que acaban de inaugurar en Recuerdo, me quedé dentro del auto como de costumbre, y cuando la máquina con sus complejos rodillos de colores empezó a moverse, imaginé que yo era engullido por un Tiranosaurus, entonces entraba en una grandísima boca colmada de dientes, y rápidamente descendí por el esófago, hasta llegar al gigantesco estómago que en ese momento estaba prácticamente vacío, todo el tracto estaba perfectamente iluminado con una luz de color rojizo, al llegar a este punto pensé que estaba viviendo una experiencia maravillosa, en contra de lo que se podría pensar, por qué habrá gente que piense que estos espectaculares reptiles fósiles que se extinguieron rápidamente hacia el fin del periodo cretácico en una de las crisis biológicas más fastuosa e inexplicable que han afectado la vida en la Tierra, son unos animales despreciables.
Mientras continuaba mi plácido paseo diario de órgano en órgano, imaginaba que en cualquier momento sería expulsado de mi querido y admirado animal, aunque sin saber porqué de pronto me invadió una melancolía opresiva, supe que estaba equivocado, ésa era mi verdadera vida, mi auténtica existencia, enseguida me abandoné a una gran felicidad, verdaderamente llevaba toda la vida viviendo dentro de un dinosaurio, y casi no me había dado cuenta, nunca jamás hubiera encontrado un lugar mejor para vivir, tan sólo en mis fantasías, en realidad me sentí culpable por no haber sabido apreciarlo, a continuación maldije también un poco mi exceso de imaginación, ya que con la vida feliz que llevo, cómo podía ser que me diera por pensar, por imaginar, por hacerme creer que yo era un ciudadano corriente de la bella y olvidada ciudad de Recuerdo que ayer no tenía otra cosa que hacer, y había ido al nuevo lavadero a lavar el coche.









Este relato pertenece a mi libro: llegarás a Recuerdo (Azarbe, 2.007).









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